Hacienda Juntas en Monte Patria

Si el primer dueño de la entonces llamada Estancia Monterrey, el conquistador Pedro de Cisternas, se asomara hoy por alguna de sus ventanas, vería el mismo río Grande juntarse con el Rapel, y un paisaje de viñas, y mucho ganado. Sólo faltaría, como dicen los registros de la época, los ‘esclavos que omito por notorio’. Casi 200 años después nosotros, los huéspedes de una de las únicas haciendas centenarias que quedan en pie en la Región de Coquimbo, vemos ese mismo río Grande, las montañas enrojecidas por la luz del atardecer  y una tranquilidad que parece haber traspasado los años y las turbulencias de la Colonia, de la Reconquista y de la Patria Nueva. La Hacienda Juntas se involucró activamente en esos suceso históricos,  aportando hombres a la denominada Legión Patriótica después de la batalla de Rancagua.  El tema es tan actual que en febrero de este año se recreó parte de ese viaje de dos semanas por el paso de Guana, y la Hacienda Juntas volvió a ser el epicentro de jinetes chilenos y argentinos. De hecho, parece que los caballos siempre han estado en ese lugar, donde aún resuenan sus cascos, gracias a que la familia propietaria desde 1892, los Claussen, mantiene una cancha de salto con caballos criollos, aunque sea para cabalgatas tranquilas por el cerro San Juan.

 

The Singular Patagonia en Puerto Natales

La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, mejor conocida como Frigorífico Puerto Bories, es un emblema de la arquitectura industrial posvictoriana –hoy rescatado por el hotel The Singular Patagonia– que permite conocer la historia de Magallanes, la Patagonia y la inmigración europea que llegó a Chile desde fines del siglo XIX. Así, mientras en la zona central aún se trabajaba con bueyes, en el fin del mundo, ya por 1915, se forjaba la tierra con un temple distinto, mezcla de acero, ingeniería de avanzada y ganadería ovina a gran escala.

Gracias a la carne congelada de nuestra Patagonia, además de la lana, el cuero y la grasa, se abastecieron cientos de soldados durante las dos grandes guerras mundiales. También gracias a Bories nace Puerto Natales y este recuerdo podría haber quedado sólo en las historias orales que muchos de los natalinos tienen del frigorífico si no fuese por el rescate que, tras su cierre, en los años 70, realizó la familia McLean en 1995. Gracias a su empeño la construcción -ya en ruinas- fue declarada patrimonio nacional en 1996. Luego de grandes reformas y de añadir un sector de habitaciones al hotel, hoy es posible visitar este singular museo de sitio sin necesidad de alojarse ahí. El tour guiado se realiza todos los días, desde el 28 de septiembre al 15 de noviembre y desde 16 de marzo al 2 de mayo, previa reserva al mail expeditions@thesingular.com.

 

Hotel Antumalal en Pucón

Sin falsas modestias, Antumalal fue uno de los pioneros en la hotelería local. Recibió el primer crédito Corfo de la historia de Chile y tuvo la visión de apuntar –hace 70 años y por el empeño de Guillermo Pollak- hacia un terreno empinado al que sólo se accedía en lanchón. Así abrió el camino para que Pucón se convirtiera en el polo turístico internacional que hoy conocemos.

En sus paredes plagadas de fotos se puede ver, por ejemplo, a unos jovencísimos Isabel y Felipe de Inglaterra; al actor James Steward o a su compatriota el astronauta Neil Armstrong, visitas ilustres a las que se suman decenas de familias anónimas que han pasado veranos tras veranos admirando sus paredes enchapadas en madera de araucaria, esperando cómodamente que pase una tormenta, mirando atardeceres del sur, jugando cacho hasta las ‘tantas de la noche’ o secando toallas en la terraza de alguna de sus cabañas. Israel San Martín, el barman del hotel famoso por sus pisco sours, es un emblema del Chile que no debemos olvidar.

 

Hotel Casa Real en Buin

La historia de Chile no puede contarse sin unas cuantas botellas de vino, sin una heroína y una rima. Para empezar por los vinos, quizás ningún lugar, menos tan cerca de Santiago, permite descorchar tantos recuerdos como esta casona de la Viña Santa Rita que perteneció a Domingo Fernández Concha, banquero y senador conservador, que la compró en 1879.

Antes que él, Antonio Chacón Quiroga, alcalde de Santiago en 1647, había tenido la idea de plantar las primeras viñas para hacerse de vino y aguardiente, pero Fernández Concha impulsó la producción, plantó cepas francesas, trajo encorchadoras y prensas de Francia e hizo cubas y bodegas con tanto entusiasmo que ya en 1882 vendía vino. Para tener una idea de la importancia de Santa Rita en la economía nacional, en 1947 sus 359 hectáreas, incluyendo la casa patronal que data de 1882, la convertían en la propiedad más extensa del país después de Casablanca de Lontué.

La heroína de esta historia es Paula Jaraquemada, quien se dice que en marzo de 1818 alojó en lo que hoy es el hotel a 120 soldados malheridos que regresaban de la derrota de Cancha Rayada. Por eso, 120 es la insignia de uno de los vinos más tradicionales de la viña.Architectural Photography

Las rimas son, en cambio, las de Vicente Huidobro Fernández, el autor de Altazor y nieto de Domingo, quien pasó los veranos de su infancia en esos jardines.

 

 

 

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